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Ese miedo a equivocarnos

Decidir es una tarea en la que, supuestamente, todos somos expertos; lo tenemos bien entrenado, ya que hemos de tomar decisiones a cada momento. Pese a ello en ocasiones nos bloqueamos y no sabemos decidir entre varias opciones. Nos surge el miedo a equivocarnos.

Vivimos en una sociedad cargada de información que ofrece infinidad de opciones para casi todo y por eso podríamos pensar que precisamente contar con tanta información podría facilitarnos la toma de decisiones.

La realidad es que barajar tantas opciones nos dificulta la tarea de decidir y nos conduce al el miedo a decidir:

  • ¿Ha llegado la hora de formar una familia, o todavía no?

  • ¿Este colegio es el adecuado para mis hijos o mejor busco otro?

  • ¿Cambio de coche?

  • ¿Acepto este ascenso?

  • ¿Sigo con esta pareja?

  • ¿Cambio de casa?

Cualquiera de estas opciones sobre las que a veces nos resulta difícil de decidir son reversibles, pero no por ello el miedo a tomar la decisión errónea, el miedo a equivocarnos, es menos potente.

El miedo a equivocaros nos puede llevar a aplazar la decisión, con el “run-run” en nuestras cabezas que esto supone. Aplazamos la decisión con la esperanza de que aparezca un dato nuevo que incline la balanza a favor de una opción o de otra, o que el propio contar de las horas haga a alguna opción desaparecer.


¿Has visto hasta que punto el miedo a equivocarnos influye en nuestra vida?


Cuanto más importante sea la decisión, mayor es el miedo a equivocarnos.

El miedo, en general, tiene una función adaptativa muy importante: protegernos, obligándonos a actuar con cautela.

El miedo a equivocarnos está vinculado a la responsabilidad, nos hace reflexionar y valorar las posibles opciones antes de tomar una decisión.


Las consecuencias del miedo a equivocarnos

Sentir miedo ante la posibilidad de no hacer una buena elección nos hace entrar en el bucle de la indecisión, nos resta capacidad de reacción y nos agota al intentar entender o razonar algo, sin darnos cuenta de que en la razón y en los datos no está la solución.

Con tal de eludir la responsabilidad de elegir nos empecinamos en encontrar fuera de nosotros información que nos ayude a decidir qué opción es mejor tomar. Experimentamos la falsa creencia de que pensando y pensando llegaremos a una conclusión segura y certera que terminará con el riesgo de meter la pata.

Nos pasamos la mitad de nuestra vida evitando problemas, en vez de afrontándolos, eludiendo nuestra responsabilidad en los errores y esto, sin lugar a dudas, genera más errores aún.


Las razones ocultas del miedo a equivocarnos.

Existe una palabra que nadie quiere escuchar, y esa horrible palabra se llama torpeza. A nadie le gusta creer que es un inepto, y cometer errores está asociado erróneamente en el inconsciente colectivo con torpeza.

A nadie le gusta enfrentarse al dedo acusador de la sociedad, que se burla sin compasión de las equivocaciones que cualquiera puede cometer. Por eso nos ofendemos tanto cuando nos hacen ver nuestros errores. Nos resistimos a aceptar que nos equivocamos, haciendo incluso que el error sea más grave.

Vemos los errores en los demás y nos resultan inaceptables los nuestros. Por eso si no elijo, si no decido, no cometo un error.

Todos, en general sentimos la necesidad de sentirnos aprobados por quienes nos rodean. Nuestra confianza en nosotros mismos se construye sobre nuestra propia valoración, y la valoración de otros. Todos necesitamos seguridad, y sino la sentimos, se desmorona la base de nuestra personalidad, se ve afectada nuestra autoestima y nos convertimos en incapaces de enfrentar situaciones.


Recuerda:

Tomar decisiones es una tarea que no puedes delegar y a la que no puedes renunciar .

Las decisiones deciden tu futuro y, sobre todo, te hacen responsable de él.

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